Instante
(I)
En la esquina de una noche sin velas te amé un instante. Instante pleno
que quemó sangre en mis venas. Sólo diste un momento, quizás sólo un
segundo, que grito en llantos que vuelva porque mi alma, calcinada por
tu ausencia, se desprende de mi carne y me abandona, buscando errante
otra esquina, otra noche sin velas que la quiera.
(II)
(II)
y vagabunda, huerfana de tí y herida en pena se le oyen a mi alma
cuando llora los malditos desalientos. Y no anda sino arrastra por las
calles recorridas esas pieles que son mías, que me roba en un desgarro y
no la puedo acusar pues duelen alto, duelen claro, los malditos
desalientos por tenerte que olvidar.
(III)
y en penumbra, mientras barro las cenizas de los rastros de mi alma, yo construyo los castillos donde habita mi esperanza, moradora de deseos que me obligan a seguir. Sin tu lumbre, mi calor, deslizaré por la nada los abonos de mi tierra hasta encontrar la semilla que germine sin tu luz. Y volverá así a mí mi alma, ahora tan lejos de aquí, cada noche a este regazo justo antes de dormir.
y en penumbra, mientras barro las cenizas de los rastros de mi alma, yo construyo los castillos donde habita mi esperanza, moradora de deseos que me obligan a seguir. Sin tu lumbre, mi calor, deslizaré por la nada los abonos de mi tierra hasta encontrar la semilla que germine sin tu luz. Y volverá así a mí mi alma, ahora tan lejos de aquí, cada noche a este regazo justo antes de dormir.
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